Xenoblade Chronicles 2 es un placer culpable para los amantes del RPG

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El título de Monolith Soft para la Nintendo Switch ofrece un vasto mundo para explorar, un gran sistema de batalla y cuestionables decisiones de diseño


Si tuviera que definir mi relación con Xenoblade Chronicles 2 usando los parámetros que Facebook nos ha enseñado, la frase que mejor vendría en estos momentos es un Es Complicado.

Cada minuto, cada hora, cada día que paso inmerso en el mundo de Alrest se siente como avanzar un paso y retroceder dos. Pero sin embargo, ahí está el cartucho, inamovible, tranquilo, callado, sabiendo que llegando a la casa o despertando en la mañana mi primer impulso será llegar y jugar con él.

Como antecedentes, debo confesar que el primer Xenoblade Chronices, el de Wii, no me interesó para nada pero sí el proyecto X, que apareció para la Wii U. Ese juego es uno de mis favoritos de la consola tanto por su aspecto visual como por su temática que mezclaba ciencia ficción con exploración de mapas, y por supuesto mechas gigantes que hacían de esta exploración algo mucho más interesante.

Con ese background es que llegué a probar la nueva entrega de la serie para la Nintendo Switch, Xenoblade Chronicles 2, el cual es un juego independiente en historia de los otros dos, pero que guarda obviamente ciertas similitudes más que nada en sus mecánicas de juego, su presentación visual y lamentablemente también por los Nopons, los seres más detestables que aparecen dentro de estos juegos.

¿De qué trata el juego? Trataré de hacerles un resumen:

En el juego tomamos el rol de Rex, una suerte de pirata que se mueve por Alrest buscando tesoros a bordo de su Titán. Los titanes son criaturas flotantes que viven sobre el mar de nubes de Alrest y que es donde la gente de este mundo vive. Sí, toda una civilización parásita que vive a cuestas de estos titanes. Estos pueden ser tan pequeños como una embarcación individual o tan grandes para albergar ciudades, bosques, lagos, cascadas, árboles y una flora y fauna autóctona.

El problema es que los titanes se están muriendo, y con ello, todo el mundo construido sobre ellos. Y mientras más pequeño se va haciendo el mundo, la guerra por la sobrevivencia se hace más fuerte. Un día le llega a Rex un trabajo único, que le ofrecía mucho dinero y que lo unió con un grupo de mercenarios en búsqueda del Aegis. Nunca sabemos a ciencia cierta que es el Aegis hasta que lo vemos: una pequeña joven que parece del espacio y que al parecer, todo el mundo de Alrest quiere poner sus manos sobre ella.

El nombre de esta joven es Pyra y es un Blade, los Blades son representaciones físicas del poder mágico de las armas de los Drivers, que son los guerreros más fuertes y respetados del reino. Un Blade se conecta con un Driver para entregarle su poder y permitirle hacer cosas increíbles como dominar los diferentes elementos del mundo. La historia toma un giro inesperado y hace que Rex, o sea nuestro protagonista, se convierta en Driver de Pyra, y juntos emprenden una misión para llegar a Elysium, una suerte de Tierra Prometida que se encuentra en la cima del gran Árbol del Mundo.

No basta leer mucho para comprender que la historia es totalmente insana, pero no mucho más que cualquier shonen que los fans del manga y el anime hayan visto. Es una historia simplona, con malos muy malos, buenos muy buenos y muchos aliados que ganaremos en el camino, lo que hará crecer a nuestros personajes con intenciones que bordean la adolescencia. Y esta estructura narrativa trae consigo todo lo bueno y lo malo del género. Las escenas de acción que vemos, sobre todo al finalizar cada capítulo son perfectas, acompañadas de músicas y tomas sacadas directamente desde el animé. Pero mientras no estás en esos momentos, el juego te hará pasar por interminables diálogos explicativos en los que muchas veces me quedé dormido.

Tampoco ayuda mucho que visualmente el juego parezca diseñado no solo para adolescentes sino que por adolescentes. Y no solo me refiero a las proporciones de varios de sus personajes, sino que muchos de ellos simplemente tienen atuendos que desafían las leyes de lo práctico, partiendo por Rex y sus pantalones cortados y su casco eterno. Ningún personaje de los protagonistas logra ser visualmente atractivo y como suele pasar, los villanos son los que se terminan robando la película.

Y menos ayuda que el mundo del juego, aunque sea muy hermoso, no tiene coherencia con la historia. En cada pueblo que llega Rex, este es buscado por las autoridades, por la policía o los soldados de costumbre, pero aun así puede caminar libremente por los caminos. Lo mismo pasa con la posibilidad de teletransportarse entre mundos en las misiones, lo que rompe todo el argumento del juego. 

Por ejemplo, hay un momento en la historia en la que, tras conseguir un barco, el equipo de Rex es atacado y queda perdido en un titán llamado Uraya. Queda claro que están perdidos porque el barco está roto y se ve que no pueden escapar porque están, literalmente en la boca de un Titán. Termina la escena y supuestamente debes encontrar la salida, pero el juego no te impide transportarte a otros reinos, para seguir haciendo misiones secundarias. ¿No podían restringir ese poder por lo menos hasta llegar al primer pueblo? Ese tipo de decisiones pequeñas, son las que uno empieza a darse cuenta cuando la historia es tan delgada como un papel.

Y puedo seguir con el ventilador: el doblaje es para tirarse los pelos de repente, los diálogos de los Nopon son desesperantes y ni siquiera corre a un framerate constante.

Con todo lo malo que he dicho entonces, ¿Por qué lo sigo jugando?

De partida, porque se ve hermoso.

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La dirección de arte que no tienen los personajes del juego se la llevan claramente los escenarios, que están llenos de vistas irreales y paisajes que perfectamente podrían convertirse en fondos de pantalla. El juego tiene varios momentos de recompensa solo por explorar y varios túneles monótonos que te hacen sentir bien simplemente con salir del escenario. Esos momentos de descubrimiento motivan a explorar cada uno de estos titanes a más no poder y de seguro van a llenar la memoria de tu Switch con los pantallazos. Deben ser las postales más bellas de la Switch desde Breath of the Wild. Eso sí, procura siempre jugarlo en tu TV.

La resolución del modo portátil se reduce de manera ridícula, y eso juega en contra del descubrimiento de nuevos escenarios. Usa el modo portátil solo para hacer misiones secundarias o subir de nivel, pero nunca para la historia.

Lo segundo que llena de vida a Xenoblade Chronicles 2 es su música. Desde temas tranquilos para la exploración hasta composiciones veloces y rockeras y sinfónicas para los momentos de tensión, el Soundtrack del juego es sin duda el mejor disponible hasta ahora en la consola. El equipo de compositores armó 120 temas, todos perfectamente alineados para los momentos que quieren representar y es sin duda uno de los puntos más altos del juego. Es muy difícil decirle que no a un tema de batalla tan explosivo como este.

Pero la crema que le da el sabor y soporta todo este pastel es sin lugar a dudas el sistema de batallas del juego. Todo buen RPG se sostiene con un buen sistema de peleas y el de Xenoblade Chronicles 2 es complejo. Tanto que aun en mis 30 horas de juego aun sigo viendo tutoriales que lo vuelven cada vez más dinámico. Un sistema increíblemente complejo y dinámico para tener una party de solo tres personajes, de la cual solo tienes el control directo de uno de ellos. 

Muy a grandes rasgos, debemos manejarnos entre las magias o Artes de nuestro Driver y las de nuestro Blade. Las artes del Driver permiten hacer daño directo y aplicar efectos a nuestros enemigos, a la vez que cargamos una barra con la que nuestros Blades podrán hacer poderes más devastadores. Este sistema no sólo tiene debilidades elementales (agua le gana a fuego), sino que también pueden encadenarse con los poderes de nuestros aliados para crear combos que resultan en cadenas de poderes cada vez más devastadoras.

La idea a la hora de armar nuestros equipos es poder hacer combinaciones elementales que se vayan complementando. Para ello vamos recolectado cristales con los que podemos sacar más Blades y así armar nuestras combinaciones. Y eso que aun no he tocado los árboles de habilidades, la recolección de elementos, los efectos de batalla, y más.

Si eres de los que te gusta cabecearte horas pensando técnicas, y ajustando equipamientos para crear sistemas de peleas que funcionen, este juego no te va a defraudar. Acá no gana el que mashea más rápido, sino que el que arma el mejor equipo.

Y son esos motivos los que finalmente hacen que considere a Xenoblade Chronicles 2 como un gran juego si es que sabes a lo que vienes. Si vas a dedicar tu verano a un RPG japonés, que sea Persona 5. Pero si ya lo terminaste, tienes muchas horas disponibles y no planeas distraerte con títulos mucho más vistosos como Dragon Ball FighterZ, entonces solo puedo adivinar que Xenoblade Chronicles 2 pasará mucho, pero mucho tiempo en tu consola como ese placer culpable que no sabes por qué te gusta ni mucho menos por qué lo sigues jugando.

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