Review | Los Increíbles 2 es un gran secuela serializada

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La familia Parr retorna en un molde que parece conocido, pero que tiene los suficientes ribetes como para sacar partido a su dinámica herocia retrofuturista.



El catálogo de obras de Pixar siempre ha brillado por lo original de sus mejores ideas. Quizás por eso también ha existido, de parte del público, reticencia hacia las secuelas del estudio de animación. A grandes rasgos, más allá de que se quieran a sus personajes, estas son vistas como una oportunidad desperdiciada para contar nuevas historias y darle el relevo a otros personajes.

Claro, por cada Toy Story 2 o Toy Story 3, que han demostrado que las secuelas sí pueden ser buenas, ha existido una Cars 2 o Cars 3. Y pese a que Monsters University y Finding Dory se establecieron como extensiones que cumplieron con lo que tenían que hacer, estaban bien lejos de cada película que las precedió. Sin embargo, si una película de Pixar daba espacio a la realización de una secuela, esa era Los Increíbles.

Eso no se daba solo por el atractivo de sus personajes, sino que también por la propia condición seriada de los productos de superhéroes, que garantizan que existan un sinfín de nuevas aventuras para afrontar nuevos desafíos, nuevos villanos y nuevas oportunidades para salvar al mundo. No obstante, por la propia condición clásica de este núcleo familiar, siempre se debería respetar una máxima: por mucho que la historia avance, la dinámica no debe evolucionar.

Los Increíbles 2 se instala así como una película que vuelve a contar con Brad Bird en la dirección y que no solo extiende el mundo que rodea a los personajes, sino que también explora nuevos ribetes de la familia Parr. Esto lo hace en una historia situada inmediatamente después de los sucesos de la primera entrega y que sirve como una suerte de replica del molde de la primera parte. Es decir, uno de los padres debe salvar al mundo mientras el otro cuida a sus niños, hasta que irremediablemente los cinco increíbles deben entrar en acción.

Esa condición, en la que de todas formas no se dedican a tocar las teclas de la misma forma, y sacan partido al hecho de que ya no es necesario presentar a sus personajes principales, permite que esta producción explore no solo los aspectos superheroicos de su premisa, sino que también saque el jugo al hecho de que ahora sus personajes se enfrentan a nuevas condiciones y reaccionan de la única forma en que podrían. Ahí está, por ejemplo, lo que comienza a pasar una vez que el Señor Increíble debe cuidar a sus hijos, mientras su esposa lleva adelante la labor heroica.

Aunque se puede argumentar que Los Increíbles 2 simplemente es una réplica del original, la gracia del trabajo de Brad Bird y su equipo radica precisamente en aprovechar los aspectos seriados de los superhéroes, utilizando esa condición para meter en el camino algunos elementos de historia que la alejan del simple refrito. Aquello lo hacen sacándole el jugo a los avances en la animación, que posibilitan una obra pulida, de secuencias que reflejan por qué Bird brilló tanto una vez que hizo cargo de una película de Misión Imposible y que tiene como corolario un trabajo musical de Michael Giacchino que no destiñe.

En cuanto a la historia, una vez que los héroes se enfrentan a la amenaza que dejó la película anterior ("El Subterráneo"), los Parr quedan al descubierto frente al mundo, que mantiene a los supers en una condición de ilegalidad. Despojados del apoyo que recibían en la primera entrega, gracias al programa de reubicación, ahora los Increíbles se quedan sin nada, hasta que surge una nueva luz de esperanza.

Una dupla de hermanos billonarios pro-superhéroes les ofrece una oportunidad de obtener el favor de la opinión pública para así lograr que el usar las capas y antifaces vuelva a ser legal. El pero del asunto es que, como estudios indican que el Sr. Increíble genera más destrozos, la elegida ideal es Helen, por lo que Elastigirl se transforma en la mejor carta para realizar acciones que inclinen la balanza a su favor.

A partir de ahí, y en medio de secuencias de acción de primer nivel, como una que involucra a un tren de alta velocidad, surge una nueva amenaza: "El rapta-pantallas", un sujeto con la capacidad de lavar cerebros y que tiene un discurso que va de la mano a una de las grandes críticas sobre inventores, comerciantes y consumo que tienen una particular lectura sobre el cine masivo contemporáneo.

Aquello funciona como una amalgama que eleva a una secuela que no la tenía fácil, debido a la calidad de la obra original que fusionaba de forma espectacular al retrofuturismo, los superhéroes y los problemas familiares. Pero aún con eso, Los Increíbles 2 logra situarse como una buena secuela que demuestra que sí se podía hacer más.

Más aún, existe una suerte de condición de varios villanos en las películas de animación, aunque se ha hecho más notorio con Pixar, que ha acostumbrado a las audiencias a prepararse a ciertos giros narrativos. Generalmente nos encontramos con personajes que, en primera instancia, parecen afables y ayudan a los protagonistas, solo para después dar vuelta la tortilla y atacar por la espalda demostrando su condición de villano. Pasa con el Apestoso Pete y Lotso en las secuelas de Toy Story,  Henry J. Waternoose en Monster Inc, Charles Muntz en Up o Ernesto de la Cruz en Coco. Aquí uno va preparado a que eso vuelva a suceder, pero aún así Los Increíbles 2 logra sobreponerse con ingenio dándole una vuelca de tuerca.

Claro, también puede que como está situada inmediatamente después del original, ese factor pueda jugarle en contra para mostrar mayores avances con los personajes, pero aún así exploran nuevos ribetes con cada uno de los cinco. De hecho, cada secuencia con Jack-Jack paga la entrada y justifica la existencia de una secuela que, por el contrario, también termina con una bandera que deja en claro que Brad Bird ya contó todo lo que quería relatar con estos personajes. Si esa es la condición que termina definiendo a Los Increibles 2, el trabajo heroico está más que bien hecho.

https://www.youtube.com/watch?v=TrxmF8hi7Qw

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