Review | Scribblenauts Showdown es una fiesta que sí quieres perderte

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El nuevo juego de la franquicia de Scribblenauts simplemente no tiene la variedad suficiente como para entretenerte más que un par de horas.


Dentro del mar de juegos que prometen libertad de acción al jugador, una de las grandes joyas de los últimos años ha sido la serie de Scribblenauts. Lanzada originalmente para la Nintendo DS en el año 2009, Scribblenauts ofrecía una propuesta simple pero ambiciosa: utilizar el superpoder de las palabras para poder resolver puzzles de las maneras más creativas posibles.

Maxwell, el protagonista se la serie, se convertía en el primer héroe de un videojuego que usaba a un diccionario como su principal arma. Si aparecías en una escena con un bebé llorando, por ejemplo, tu misión era calmarlo buscando la palabra adecuada: si escribías "dulce", por ejemplo, caía un dulce del cielo y se lo podías pasar al bebé. O quizás querías probar suerte con un payaso que lo haga reír o una mamadera para que se alimente.

Una idea fantástica que se tradujo en una franquicia que ya ha vendido más de 10 millones de unidades y que siempre ha puesto a la creatividad por sobre, muchas veces, las gráficas o a veces los controles.

Bueno, nada de ese legado puede encontrarse dentro de Scribblenauts Showdown, el último juego de la serie, desarrollado ya no por 5th Cell, el estudio detrás de la idea original sino que por Shiver Entertainment, una empresa que por primera vez toma la franquicia, la destroza y la convierte en algo que nunca fue: un party game.

Scribblenauts Showdown es sólo una pobre colección de unos 30 minijuegos (menos que el primer Mario Party, lanzado hace más de dos décadas), empaquetados de forma tal que disfrutar de ellos se hace aun más difícil.

Hay tres modos de juego: Duelo, Competencia y Mundo Abierto. Los dos primeros se centran en esta colección de minijuegos y el último es una experiencia para un jugador que en algo retiene la esencia de los originales. Pero vamos por parte.

En Duelo, puedes jugar de manera aleatoria o bien escogiéndolos, algunos de los minijuegos que vienen incluidos. Una de las primeras fallas que trae el juego es que todos los minijuegos son sólo para dos jugadores. En serio. Un party game donde sólo dos personas juegan y el resto mira.

Algo que sería interesante si, al menos, los juegos incluidos fuesen entretenidos. Pero no. La variedad de minijuegos va desde clones de Flappy Bird hasta juegos de ritmo que no tienen ritmo ni canciones variables. Ninguno de ellos es memorable, salvo, quizás, uno que te pide escribir el nombre de un arma antes de pelear y luego debes combatir con tu rival a un duelo a muerte. Pero el resto, juegos genéricos y nada divertidos.

Con una base de juegos tan débil -tanto en cantidad como calidad- era obvio que el segundo modo de juego, Competencia, tampoco podía ser salvado. Acá, hasta 4 personas pueden competir sobre un tablero en un juego que mezcla el uso de cartas con minijuegos. Las cartas te sirven para hacer avanzar o retroceder a tus rivales o retarlos a duelos para ver quienes ganan poderes. El problema de este juego es que todas las cartas están a la vista de los rivales, ya que todos los turnos pasan en la TV. No hay elementos de sorpresa ni nada. Además, hay varias de ellas que están muy rotas, lo cual a veces es divertido en juegos bien hechos como Mario Party o cualquier clon de Mario Kart, pero cuando los minijuegos te aburren, lo único que quieres es que acabe pronto.

El único modo que salva un poco la experiencia es el de mundo abierto, en donde podemos explorar ocho escenarios llenos de NPC con problemas o peticiones que debemos resolver usando las palabras y nuestro ingenio. Este era el juego que estaba esperando, pero cada mundo es muy pequeño, los puzzles son muy similares y se nota que es más bien un agregado que el centro del título, cuando debería ser al revés.

Podrías decir que "es un juego para niños", pero en realidad los niños merecen mucho más y pueden estimular su creatividad de mejor manera en Minecraft o hasta en Fortnite.

En fin, Scribblenauts Showdown es un juego que decepciona a los fans de la saga y también a los que no la conocen y demuestra por qué siempre es mala idea dejar que otros estudios manoseen franquicias que nunca debieron caer en sus manos.

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