Review | Super Mario Party quiere ser fiesta pero se queda en la previa

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La nueva entrega de la eterna serie de Nintendo vuelve a un formato mucho más tradicional, aunque ofrece poca variedad para probar sus grandes minijuegos.


Así como las personas viven su crisis de identidad a los 40, los videojuegos también suelen perder el rumbo cuando se van haciendo viejos. La serie de Mario Party, por ejemplo, debutó hace 20 años en el Nintendo 64, y sus versiones caseras ya han pasado por cinco consolas hogareñas, incluyendo la que salió hace unas semanas, Super Mario Party.

Super Mario Party es el debut de la serie en la Nintendo Switch y llega después de tres de las ediciones más controvertidas de toda la serie: Mario Party 8, considerado uno con los peores minijuegos, y luego Mario Party 9 y 10, que cambiaron la clásica fórmula de personajes navegando en un tablero por un vehículo que avanza en una línea de principio a fin y que lleva a todos los personajes al mismo tiempo. Un cambio radical que no a muchos les gustó y que significó preguntarse si realmente seguíamos necesitando a esta compilación de minijuegos.

Y lo cierto es que la versión de Switch llega a demostrar que sí, que la serie sigue vigente y que puede ser lo que alguna vez nos dio. Hasta el nombre nos evoca a algo diferente, dejando de lado los números para retomar el clásico prefijo Super que abundara en la época del SNES.

Super Mario Party entiende que el corazón de la serie son los minijuegos. Mientras más variados, entretenidos y fáciles de jugar sean, mucho mejor. Un buen Mario Party es cantidad y calidad, con un perfecto balance entre juegos de azar, de habilidad, de destreza, memoria o simplemente absurdos.

Y desde esa perspectiva, los más de 80 minujuegos incluidos en este título son de los mejores que tiene la franquicia. Haciendo uso del Joycon, el pequeño pero versátil control de la Switch, encontramos minijuegos que funcionan con botones y otros con movimiento, pero todos funcionan de manera perfecta. Hay otros que incluso usan el HD Rumble para indicar, por ejemplo, en que lugar hay más monedas para excavar o qué sitio es mejor para pescar.

Hay juegos que te haran reír, otros que te harán pensar y otros odiar a tu compañero de al lado, y aunque todos cumplen prácticamente los mismos objetivos que en los juegos anteriores, son presentados en capas que los hacen ver frescos. En particular, me gustaron mucho los de movimiento, ya que son muy precisos. Hay unos en donde hay que freír un cubo de carne o vaciar una jarra de dulces que de verdad requieren agitar con destreza, algo que quizás nunca pensé que escribiría.

Ahora, tan importante como los minijuegos son las formas de disfrutarlos, y Super Mario Party entrega varias maneras de hacerlo.

El modo principal es el Modo Fiesta, en donde debemos recorrer un tablero lanzando dados, cayendo en espacios y ganando monedas para comprar estrellas.

Es el formato clásico de Mario Party y en ese contexto funciona perfecto. No es que a mi me haya desagradado el modo de juego impuesto en el 9 y el 10, pero es que al volver a la estructura clásica, se entiende por qué hay gente que la prefiere.

La narrativa de Super Mario Party sigue siendo la misma: confiar en los dados, avanzar, ganar monedas y comprar estrellas. Pero entre medio con muchos giros, alianzas inesperadas, dados traicioneros y jugadas que son capaces de cambiar la tabla de posiciones en un abrir y cerrar de ojos.

Lo interesante es que esta vez Super Mario Party entrega un elemento de estrategia bastante interesante: cada personaje viene con un dado especial, además del que va del 1 al 6 con otros posibles resultados. Cada personaje es diferente: hay dados especiales que son más equilibrados, como el Mario que ofrece 1-3-3-3-5-6, pero otros son más alocados, como el de Wario, que viene con cuatro caras con el número 6, pero en las otras 2 viene con dos monedas menos, así que en cada tirada tienes 1/3 de probabilidad de no avanzar y más encima perder dinero, pero por otro lado, puedes avanzar mucho.

Los dados especiales se pueden además ir acumulando si caes en las casillas de aliados, donde otros personajes del juego se pueden unir a tu partida y darte sus dados para tener aun más posibilidades. Es cierto, sigue siendo azar, pero hay un nivel de control que al menos te permite elegir cuánto estás dispuesto a arriesgar. Y eso hace que las partidas sean incluso más tensas en el tablero, y que de verdad importe que hacer en un turno.

El problema es que a este maravilloso sistema de dados personales no lo acompañan los tableros, que en esta ocasión son muy pequeños y muy pocos: solo cuatro tableros que pueden disfrutarse en el modo personal, así como en el modo de duo, pero que en realidad son los mismos.

Y no es que me moleste tanto la cantidad de los tableros sino que la calidad. No hay muchas cosas que pasen entre medio, son pequeños, las temáticas tampoco son muy atractivas y se sienten demasiado iguales. Cada mapa tiene casillas que te mueven de un lugar a otro, los mismos personajes y algun elemento especial, y sería. Nada muy temático ni entretenido. No se como pasamos de una serie en donde los personajes se disfrazaban del tema que les tocaba jugar a uno donde hay un tablero sobre una sandía y la verdad poco interesa.

Quizás estoy juzgando esta parte del juego más como un jugador de mesa que como un videojugador, pero creo que en ambos casos la respuesta es la misma: los tableros se sienten sintéticos y el interés del jugador solo vuelve cuando te tocan los minijuegos que, por fortuna, son lo que sigue siendo de calidad.

Por fortuna, Super Mario Party no se sostiene solo de sus tableros, y ofrece varios modos de juego en donde esos minijuegos pueden brillar de ciertas maneras: hay un modo colaborativo en donde hay que viajar en una balsa tratando de ganar minijuegos para extender el tiempo. Hay una recopilación de juegos de ritmo. O el ya mencionado modo en parejas, que trae la jugabilidad de movimiento libre de Mario Party Star Rush a la pantalla grande. Cada modo entrega algo diferente y se agradece y quizás ese debiese ser la forma de pensar Mario Party en adelante.

Pienso en Wii Party U, por ejemplo, que tenía muchas maneras de disfrutar los mismos minijuegos. Y no me molestaría que los tableros de este título fueran simplones si el juego entregara más modos de juego para entretenerse.

Al final del día, Super Mario Party es un juego que entretiene, pero no trasciende, no tiene esa ambición de resaltar frente al resto de la saga. Es un paso en la dirección correcta y demuestra que Nintendo sigue teniendo el toque para hacer un juego así de divertido, pero mientras no le entreguen una mejor forma de disfrutar sus juegos, entonces quedará como un juego para disfrutar un rato antes de ir a un peso pesado.

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