Réquiem por The Undertaker: El agridulce fin de una carrera

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Wrestlemania 33 representó el fin de una era que nos lleva a valorar la carrera del luchador más icónico de la historia de la WWE.


Era el momento. Todo indicaba que debía ser así. El enterrador, el hombre muerto, la leyenda, el dueño de la yarda, ya no estaba al nivel de antaño, aquejado de múltiples lesiones que lo devolverán al quirófano durante este año.

Pero antes de decir adiós, para remediar a aquella cadera que ha mermado sus perfomances sobre el cuadrilátero, The Undertaker quiso dejar un legado para el futuro. Y tal como lo hacían en el ayer, de la manera en que se concretaba en la vieja escuela, el enterrador entregó el bastón del relevo para elevar a un joven y resistido rival.

En Wrestlemania 33 finalmente el fenómeno dejó sus guantes, su gabardina y su sombrero sobre el ring como señal del fin. Uno que probablemente debió concretarse con aquella derrota ante Brock Lesnar.

Aunque ya no había nada por probar, tras la primera caída en Wrestlemania, esa que puso fin a la legendaria racha, el hombre muerto siguió batallando de vez en cuando durante los últimos tres años. Pero ya nada volvió a ser lo mismo. En cada combate, en cada pelea, quedaba claro que el padre tiempo estaba pasándole la cuenta a sus 52 años.

El cuerpo ya no le daba al enterrador, quien arrastró su enfrentamiento ante Roman Reigns a una dinámica difícil de seguir para todos aquellos que rememoran insuperables momentos como su enfrentamiento ante Shawn Michaels en Wrestlemania 25, una cátedra de lucha libre que representa al día de hoy el mejor combate de la historia de Wrestlemania y la WWE.

El siguiente GIF es una clara señal de que el tren se está yendo y seguir estirando el chicle, por el afán de los fans para seguir viendo peleas de ensueño en el escenario más importante de la WWE, ya fuese ante un John Cena o un Finn Balor, no tenía sentido. A pesar de que muchos no lo quieren asumir, el evento principal de Wrestlemania 33 fue la muestra inequívoca de que había que despedirse.

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No es un fallo de Reigns, es el cuerpo de The Undertaker diciéndole no más. Eso representa perfectamente la señal de que era hora de decir adiós, ya que tan dolorosa como su despedida, es verlo en el ring así. Aunque duela, y muchos digan que ya no verán más la WWE, el hombre muerto tenía que despedirse para no seguir estirando el chicle afectando aún más su salud. Tiene hijos por los que velar, tiene un futuro para no quedar postrado. Por eso una última victoria a sus ojos no significaba nada. The Undertaker ya ganó solo por estar en ese ring, porque pudo despedirse de la forma en que quería, en Wrestlemania, su yarda.

Aún cuando el evento principal no estuvo a la altura en términos de despliegue, y la negativa de la WWE para convertir en un villano de tomo y lomo a Roman Reigns le resta aún más puntos a una pelea difícil de ver, lo importante es sin duda elevar al luchador más querido y respetado de la historia.

The Undertaker no solo es un ícono para la WWE, sino también para todo el mundo de la lucha libre. Tan respetado como los luchadores más icónicos del ayer, el enterrador era la última gran estrella de una época que finalmente se extingue con su adiós.

Lo relevante al final es el homenaje, el agridulce y multitudinario reconocimiento dado por el universo de fans y estrellas de la WWE hacia el hombre muerto. Los aplausos sin fin y los cánticos que le agradecían por las décadas de historias y despliegue físico.

A fin de cuenta, las victorias, las derrotas, no significan nada cuando lo importante es conectar con la audiencia. Y The Undertaker, desde su insuperable entrada al ring hasta el puño en alto que siempre marcó sus combates, siempre tuvo una conexión especial con todos.

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Su debut en Survivor Series de 1990, su primer título ante Hulk Hogan, la primera Hell in a Cell ante Shawn Michaels, su historia contra Kane, la legendaria carnicería en la que envío a Mankind al doloroso infierno.

El Ministerio de la Oscuridad, los Rollin' Rollin' Rollin', la etapa Big Evil, su retorno como hombre muerto en Wrestlemania XX, su victoria en el Royal Rumble, las victorias titulares ante Edge y Batista en Wrestlemania, el retiro de HBK, el fin de la era contra Triple H y el reconocimiento sobre el ring tras el imprevisto 21-1.

Las peleas de The Undertaker siempre estarán ahí como testigo de su talento y nosotros, como audiencia, fuimos privilegiados de verlo. Siempre recordaré aquella visita de la WWE a Chile y aquél momento en que las campanadas de la muerte anunciaron su ingreso al Movistar Arena. Ese día me recordó por qué conectamos con un tipo de entretenimiento en el que podemos entrar en el juego de los sucesos sobrenaturales de vida, muerte e inclusive resurrección en los que se vio involucrado el personaje más grande de todos.

Gracias por todo, gracias por los momentos de vieja escuela, las garras contralona, los saltos increíbles, la sangre, sudor y tumbas rompecuellos. Gracias Taker.

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