Billy Mitchell: Auge y caída del destronado rey del Donkey Kong

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El antagonista de The King of Kong sufrió un nuevo traspié en su carrera tras la eliminación de tres de sus marcas en las que habría usado un emulador


Hace no mucho tiempo atrás, los videojuegos no eran sobre historias, cinemáticas ni gráficas fotorrealistas, sino que simplemente existían por el placer y la necesidad de hacer los puntajes más altos e inmortalizarlos en las máquinas de arcade.

La cultura del arcade mantuvo, durante décadas, una escena competitiva diferente a lo que se vive hoy en los eSports, donde en vez se centrarse en un sólo juego, los gamers profesionales vivían a costa de tener la mayor cantidad de récords en todos los juegos que fuesen posibles.

Y quizás no hay mejores ejemplos para ejemplificar esa época dorada del arcade que el de Billy Mitchell, considerado por muchos, sobre todo en Estados Unidos como el más grande jugador de arcade de todos los tiempos.

Billy Mitchell era un tipo con un talento y dedicación tal que simplemente llevaba a los juegos a límites que ni siquiera sus creadores conocían, las llamadas kill screen. Una kill screen era el momento en el que el juego simplemente dejaba de funcionar porque al arcade se le acababa la memoria para seguir funcionando. Era probablemente el equivalente a darse vuelta un juego, pero sin que sus creadores lo supieran.

El más famoso de estos kill screens es, sin duda el de Pac Man, el cual ocurre cuando se llega a la pantalla número 256 del juego y que es, efectivamente, cuando deja de operar. Mitchell fue el primero en llegar a esta fase, pero también, el primero en alcanzar el puntaje perfecto en el juego, la mítica suma de 3.333.360 puntos que se logra llegando a la pantalla 256 tras 4 horas de juego sin cometer ningún error.

https://youtu.be/cmEW2nDFGDs

En ese sentido, el legado de Mitchell con el hambriento personaje come fantasmas se mantendrá siempre intacto. Pero hay otro juego que se ha convertido en una de las grandes obsesiones de Mitchell: nos referimos al clásico ochentero Donkey Kong.

Billy alcanzó su primer récord de Donkey Kong en el año 1982, llegando a la increíble suma de 874.300 puntos. Récord que mantuvo intacto hasta el año 2000, lo que le permitió durante todo ese tiempo, preocuparse de otros juegos, como el Pac-Man. Pero cuando su marca fue sobrepasada en el año 2000, Mitchell se vio obligado a volver a la escena para recuperar su trono. Tardó 4 año en superar la barrera de los 900 mil puntos y quedarse nuevamente con la marca. Pero su reinado estaría muy lejos de estar en calma, con la llegada del que quizás haya sido su principal némesis en su carrera: Steve Weibe.

Steve Weibe era un competidor gamer que llegó algo tarde a la escena. no se hizo conocido sino que hasta el 2007, cuando comenzó a hacer noticia por sus puntajes en Donkey Kong. El problema para Weibe, es que al ser un outsider, muchos de sus esfuerzos simplemente no eran reconocidos por Twin Galaxies, la organización que vela por el ranking de marcas de juegos en el mundo.

Weibe, por ejemplo, fue el primer jugador documentado que superó la barrera de el millón de puntos en el juego, pero a pesar de haber capturado la hazaña en video, su record no contó de manera oficial, ya que se exigía que fuese en una performance en vivo y ante jueces. No fue hasta el año 2005 en el que Weibe por fin pudo romper el record de Mitchell en las condiciones ideales, superando así su marca y coronándose como el nuevo campeón de Donkey Kong.

La Historia de esta rivalidad se dio a conocer al mundo en el documental The King of Kong, en donde no solo se dio a conocer la rivalidad entre ambos por lograr la perfección de Donkey Kong, sino que significaría un cambio importante en la imagen pública de Mitchell, quien fue retratado como un villano dentro de la película, que simplemente se negaba a competir en público solo para desacreditar a su rival.

https://www.youtube.com/watch?v=8hBs2oFjSWk

Mitchell apareció como un tipo manipulador, orgulloso y como un obstáculo frente al sueño de Wiebe de obtener su merecido récord. El momento más infame de la cinta es cuando, en un evento en vido, Wiebe logra superar a Mitchell, quien una semana después envía un video superando la marca de su rival, y quedándose de nuevo con el récord, algo que a Steve, hasta ese entonces, siempre se le había negado.

La rivalidad entre ambos se mantuvo hasta julio del año 2010, cuando Mitchell logró el récord de 1.062.800 puntos, sólo para ser superado un mes más tarde por Weibe, con un puntaje de 1.064.500. Casi nada.

Hoy la escena está dominada por otros nombres como Robbie Lakeman Wes Copeland, lo que no significa que Mitchell haya dejado su afán por mantenerse vigente.

El problema es que hoy, al parecer, ha tenido que recurrir a trampas y engaños para poder mantener esa posición. De hecho, su último gran record, el del año 2010 y con el que superó momentáneamente a Weibe podría eliminarse completamente de los registros, debido a que Mitchell habría utilizado una versión emulada en MAME del juego en vez de la cabina original, que usualmente es la que se usa para estos premios.

Si bien no hay ninguna regla que prohíba el uso de emuladores para postular a récords (el tercer tiempo del ranking, por ejemplo, se hizo en un emulador), los procesos de evaluación en ambos cosas son diferentes. En una cabina de arcade, por ejemplo, sólo se necesita la grabación en video y la asistencia de testigos que aseguren que la máquina no fue modificada. Pero cuando se utiliza un emulador como el MAME, hay archivos que pueden modificarse para poder hacer un juego perfecto.

Dicho de otra forma, un puntaje hecho en emulador tiene estándares de verificación mucho más estrictos y Mitchell, al no informar que había hecho sus marcas en emulador, se saltó esos procesos, por lo que las únicas marcas de Mitchell que se mantendrían, serían las que alcanzó a hacer en vivo y no en video.

Y si bien no hay pruebas de que haya hecho trampa, lo cierto es que ley pareja no es dura, y el otrora rey de los arcades tendrá que conformarse con vivir de los recuerdos de un reinado que probablemente ya no volverá.

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