#CrónicasLechonas: Los churros de Amaro

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En su primer invierno como local establecido, fuimos a probar Soy Churro, la apuesta culinaria de Amaro Gomez Pablos y sus amigos


El año pasado, el periodista y rostro de TV Amaro Gomez Pablos tomó dos grandes decisiones en su vida. La primera, dejar TVN, el canal que por años lo convirtió en la voz españolada que nos leía las novedades del día cada noche. Y la segunda, abrir junto a un grupo de socios una nueva apuesta, alejada de su vida de despachos en vivo, entrevistas y lectura de noticias.

La idea llevaba por nombre Soy Churro y como su nombre lo indica, se trataba de un local de confección y venta de uno de los postres más típicos de la madre patria: el churro.

Un lindo plan B que, considerando como está la industria de las comunicaciones en estos momentos, podría ser para muchos un muy buen plan A.

El local se abrió el año pasado, cerca de la primavera. Pasé muchas veces por el lado sin saber qué era, hasta que hace unas semanas, durante un fin de semana con lluvia, me tocó pasar cerca del Portal Lyon y de pronto, vi una fila de gente esperando por churros.

Las neuronas hicieron su pega y me recordaron de la existencia de Soy Churro y que nunca había ido a probarlos. La verdad, tampoco tenía muchas ganas de de hacerlo porque, si se habrán dado cuenta en las crónicas pasadas, esta es la primera vez que decido ir a comer algo dulce.

Así que volvimos el lunes siguiente, ya sin lluvia y sin fila, pero con el frío que hace que los churros se vuelvan un poco más necesarios.

Lo primero que uno ve en este local es que se trata de una apuesta multicultural. Los churros españoles, helados italianos y chocolates belgas nos dan la bienvenida a esta sesión de postres sacada de la Unión Europea.

Y esa es la primera barrera de separación entre los churros de Amaro y el resto de los que hemos comido en paseos por el parque, balnearios, espectáculos circenses y más: la calidad. Calidad que se ve reflejada también en la segunda barrera de entrada, los precios.

El menú de Soy Churro consta de churros tradicionales, rellenos, helados y bebidas calientes, como chocolates y cafés. Un café tradicional que destaca sobre todo para los días de frío, incluso con la inclusión de los helados, los que, seamos sinceros, saben bien durante todo el año.

El problema es que en Chile estamos acostumbrados a que los churros sean una comida callejera, de elaboración rápida y poco prolija, donde el exceso de aceite y azúcar flor ayudan a tapar el hecho de estar consumiendo una masa poco inspirada. Comer churros siempre ha estado vinculado a quedar con manos grasosas, dejar el papel transparente, la polera blanca y rellenos de manjar que en realidad solo están en las puntas. Es hora de superar eso.

Pero lo que sirven en Soy Churro es otra cosa. Desconozco si los churros en Europa son así de limpios o si también comparten la tradición más popular que tenemos acá, pero la mezcla entre la cajita de presentación, el vasito con el chocolate caliente que los acompaña y el producto que además de ser crujiente puede tomarse en las manos si dejar residuo, te hace pensar si de verdad tus dedos plebeyos merecen tocarlos o tu paladar, probarlos.

Las servilletas están casi de adorno, a menos de que te termines manchando con alguno de los chocolates calientes que acompañan a los churros. La cajita en la que vienen trata de hacernos creer que una masa frita puede hacernos bien y por poco me convencen. 

Como iba diciendo, la preparación del churro está muy bien cuidada, lo que hace que sepa bien, sea crujiente y además limpio. Se acompañan con azúcar flor y si se paga un poco más, van acompañados de un chocolate caliente que puede ser dulce o amargo.

El principal problema que encontré es que las porciones son algo pequeñas, aunque debo reconocer que en esta ocasión, para hacer la reseña, preferimos la variedad por sobre la cantidad. Los cuatro churros por los que pagué 2.200 pesos se veían muy aislados en la caja tan grande, y a pesar de que podrían haber dejado satisfecho a mi estómago, no fue lo mismo con la vista. Cuando uno compra algo y parece que está pagando por aire, no se siente muy bien.

Si la comida entra por la vista, no sería malo tener envases más pequeños que hagan justicia a las porciones más pequeñas.

Ahora bien, entre los churros tradicionales y los rellenos, me quedo por lejos con los segundos, no solo por la variedad de sabores que pueden tener -además del manjar les puedes colocar Nutella o Vainilla- sino que se sienten como algo más completo, aun cuando vengan en la misma caja que los hace ver injustamente pequeños. En ese sentido, una bolsita sería más adecuado, aunque no se vería tan bonito.

Pero lo que realmente me sorprendió del local es que si bien fuimos allá por los churros, nos quedamos por el helado

La variedad de helados de Soy Churro obviamente no es la de un local dedicado 100% a ellos, pero cubre lo necesario: frutilla, chocolate, frutos del bosque y vainilla, mezclados con otros como mantequilla de maní o el que ven arriba, de coco.

El helado de Soy Churro es realmente un muy buen helado: cremoso, dulce, pero conservando muy bien el sabor al cual está representando. El precio que tiene es el mismo que ya otras heladerías artesanales han establecido como estándar, así que no hay mucho para quejarse. Si algún día vuelvo a este lugar, será claramente para probar alguno de los sabores que más curiosidad me causaron. Te hablo a tí, helado de maní.

Pero lo cierto es que sin ser un amante de lo dulce, el impacto de Soy Churro no fue tanto como esperaba. Para alguien que suele tomar once con un pancito en vez de un queque, este local no va a cambiar tu opinión al respecto, pero si hay que aplaudirlos por la calidad y por atender los sábados, cuando el resto del barrio parece estar descansando.

Si eres amante de lo dulce, o alguna vez quieres lucirte con alguna cita rápida, Soy Churro puede ser un Perfecto Simple y Lindo Panorama. Pero considerando también que la calidad de los productos se pagan a un precio que no se condice con el valor que el churro ya tiene en nuestro inconsciente, tenemos que reconocer que por muy maravilloso que sea todo, no se trata de un bien de primera necesidad.

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