Godzilla: King of the Monsters vs. Chernobyl: La antítesis atómica

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Mientras la reciente película utiliza en su historia un argumento que plantea lo positivo de la radiación, la miniserie de HBO hace exactamente lo contrario.


Mientras la audiencia televisiva abrazaba con fuerza el terror del desastre de Chernobyl, la sólida serie de HBO, en los cines se estrenó una producción que abordó a la energía nuclear con otra mirada.

Godzilla: King of the Monsters no solo cuenta con una historia que eleva al aparato militar de Estados Unidos, glorificando el accionar de los soldados ante enemigos colosales indestructibles, sino que también incluye en su historia un elemento temático no menor: la radiación nuclear tiene sus beneficios.

Como parte de su historia de blockbuster, y para remover el rol antagonista de Godzilla y el resto de kaijus, la película establece que la destrucción nuclear de estos monstruos gigantes radioactivos beneficiará a La Tierra, evitará el desastre climático causado por el hombre y dará pie a que el planeta se renueve en un nuevo orden mundial en donde los seres humanos ya no tendrán las riendas del futuro. Esa premisa va en oposición al eje central de Chernobyl.

En la miniserie de HBO, el gran monstruo no es de un tamaño colosal, de hecho es invisible: la radiación. Un terror causado por los diversos factores que contribuyeron a la explosión de un reactor en Ucrania y que, a diferencia de la película pirotécnica, establece un terror que no se ve, pero que siempre está presente. Más aún, la contaminación producida por el desastre nuclear no tiene nada positivo para el ser humano.

El contraste de los postulados de ambas producciones, más allá del factor de entretenimiento kaiju de la película de Warner Bros., representan una antítesis llamativa que pone sobre la mesa lo disímil  que puede ser, en un mismo período de tiempo, el tratamiento sobre los efectos de un tema en particular.

Pero quizás lo más llamativo de todo es que en juego no solo está Chernobyl, sino que el propio origen del rey de los monstruos.  Mal que mal, el personaje fue concebido como una metáfora de las armas nucleares a poco más de diez años de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki.

Basta recordar una frase de Ishiro Honda, director de Godzilla, en una entrevista en 1991 con la revista G-Fan.

"En ese momento, creo que había una capacidad para captar algo del terror absoluto. Cuando regresé de la guerra y pasé por Hiroshima, había una atmósfera pesada, un temor de que la Tierra ya estaba llegando a su fin. Esa fue mi base ", remarcó.

Eso refleja uno de los mayores problemas ideológicos de la secuela del monstruoverso de Legendary Pictures. Removiendo la espectacularidad de sus choques de efectos digitales, no queda mucho. Y eso no es algo que pasó con la clásica versión original de Godzilla, que sí tenía mucho más en común en su ideología con Chernobyl.

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