Review | Yoshi's Crafted World: Unas increíbles vacaciones digitales

portadayoshi

El nuevo juego de plataformas protagonizado por el dinosaurio de Nintendo es una aventura que desborda creatividad, estilo y relajo.


Si Yoshi's Crafted World fuese un plato de comida, definitivamente sería un postre. Un postre colorido, delicioso y que definitivamente te llevará a la diabetes si lo comes en exceso.

Algo que ya podríamos haber intuido conociendo la impecable carrera que hasta ahora ha demostrado el estudio Good-Feel, que desde el lanzamiento de Wario Land: Shake It! ha construido una forma especial de hacer juegos para las plataformas de Nintendo.

El sello de Good-Feel tiene tres elementos importantes: juegos visualmente atractivos, diseños de niveles creativos y una dificultad sencilla, pero nunca aburrida.

De hecho, este último punto ha sido el que quizás ha recibido más críticas, sobre todo con Kirby's Epic Yarn, el juego de Wii reconocido por su estética especial, pero también porque Kirby no podía morir. Para muchos, un retroceso dentro de la idea de que un juego tiene que ser difícil para ser disfrutado, pero que la compañía ha sabido demostrar a punta de juegos buenos, que no necesariamente es así.

Y en efecto, Yoshi's Crafted World es, ante los estándares de una industria rendida ante los pies de juegos como Dark Souls, un juego fácil. Aunque tampoco hay que ir tan lejos: comparado con otros títulos de la misma Nintendo como Donkey Kong Tropical Freeze, ni los enemigos ni los obstáculos son realmente un dolor de cabeza.

Pero lo que diferencia la dificultad de este título con la de, por ejemplo, el terrible Kirby Star Allies, es que su reducción de dificultad va en pos de facilitar los otros elementos del juego, como lo son la exploración de los niveles y las mecánicas creadas para cada uno de ellos. Un juego fácil no tiene por qué ser aburrido si esa simpleza en mecánicas va en función de elevar los otros elementos del juego.

Y es que Yoshi's Crafted World es prácticamente un trabajo de artesanía en movimiento. Con una estética armada literalmente con pedazos de cartón, tubos de papel higiénico, latas de bebida y retazos de tela, estamos frente a uno de los juegos de plataformas más atractivos que se han visto, desde Little Big Planet.

Lo interesante es la gran cantidad de emociones que me hicieron sentir estos diseños, que perfectamente podrían haber sido armados en la vida real: los niveles de este juego te llevarán de la ternura al asombro, de la sorpresa a la incredulidad e incluso al deseo de recrear algunos de estos escenarios. La estética de la lana en su momento fue creativa, pero ya no daba más, y las texturas de cartones, metales y cordeles hacen que todo parezca como un acto de magia que pasa frente a tus ojos.

No exagero al decir que ninguno de los más de 40 niveles de Yoshi's Crafted World es igual a otro. Puede que haya ciertos puntos de exploración que se parezcan o enemigos que se repitan, pero la variedad de ambientes y sobre todo de variables en el juego, hacen que la monotonía se vuelva inexistente, al menos en la primera pasada del título.

Una variedad que se expresa en el estilo clásico de diseño de juegos de plataformas de Nintendo, donde se presenta un obstáculo que será la temática del nivel, luego se ve el mismo obstáculo con algo más de dificultad, luego un giro inesperado, para terminar con un último acto que mezcla la satisfacción de superar un último obstáculo con el haber aprendido a dominar el lenguaje de la etapa.

Desiertos, playas, barcos piratas, circos, mansiones embrujadas, viajes espaciales, castillos samurai y junglas prehistóricas son solo parte de los diferentes escenarios, todos recreados con esta estética única que denota una preocupación por los detalles que solo una desarrolladora oriental puede lograr.

El progreso de cada nivel es algo que ya hemos visto en otros juegos de Yoshi. Cada etapa tiene tres objetivos para realizar, además de llegar al final: encontrar las flores felices, las monedas rojas y llegar al final con la salud llena, es decir, procurando no recibir ningún golpe.

Y uno puede comenzar a discutir que, en este caso, el desafío del juego para el que quiera tomarlo, está en terminar los niveles al 100% más que en trampas que te hagan morir e impedir avanzar. Cada nivel es un viaje, una pequeña historia contada a través de sus escenarios y el juego se asegura de que todos, sin importar de su nivel de juego, puedan ver este relato.

Para el resto está la necesidad de completarlo todo, y créeme, que terminar una etapa y notar que te falta una flor, para un jugador experimentado no es más que una invitación para ver en qué parte fallaste.

Las flores son al final del día la moneda de cambio más importante, ya que es la que te permite pasar las barreras para ir de mundo en mundo, además de acceder a las etapas secretas una vez concluido el juego. Las monedas, en cambio, te permitirán comprar disfraces, los que no solo son tiernos, sino que actúan como armadura, haciendo que el juego sea aun más llevadero, sobre todo cuando revisitas un nivel para buscar un par de objetos perdidos.

Como todo juego de plataformas, la rejugabilidad depende principalmente de cuánto te guste repetir las aventuras, pero cada etapa puede pasarse de dos manera: de la manera tradicional, para luego desbloquear una versión invertida, en donde el juego se convierte en una carrera contra el tiempo y para encontrar tres Poochies ocultos en los niveles. Estas versiones "B" no son necesarias para llegar al final, pero de nuevo, si quieres el 100% son obligatorias.

Y finalmente están los souvenirs, el punto más bajo de la aventura. En cada etapa, Yoshi puede interactuar con ciertos objetos en el fondo del nivel gracias a sus huevos, los que generalmente ocultan monedas y otros objetos valiosos. Eso te obliga a estar atento todo lo que aparece en la pantalla, no solo lo que está frente a tí. Esto le da cierta profundidad extra, lo que se nota sobre todo en niveles que juegan con los planos y la profundidad de campo. El problema está en que solo contarán para tu colección si te los piden previamente, y solo te pedirán un souvenir a la vez, por lo que su recolección se hace bastante tediosa.

Otro punto bajo es, lamentablemente, la música. Si bien el juego tiene un tema principal bastante reconocible (la misma de los trailers), la mayoría de las canciones son simplemente una variación de esta canción en diferentes claves, lo que si bien ayuda a mantener una identidad del juego, al final se siente muy repetitiva y poco imaginativa, en contraste con la explosión de creatividad que son los entornos que navegamos.

Y las etapas que son en vehículos, si bien nunca se repiten, no son tan divertidas como uno podría esperar. Si son creativas, pero son de las que menos me gustó repetir para asegurarme el 100%.

Muchos se preguntaban si después de la genialidad de Yoshi's Island para SNES, el dinosaurio hambriento podría tener una aventura a la altura de esa obra maestra. Y lo cierto es que no, comparado con el juego de SNES, aun no encontramos nada que esté en su liga.

Pero lo que ha logrado Good-Feel, primero con Wooly World y ahora Crafted World es algo diferente: es darle a Yoshi su propia identidad y una nueva vara para superar. Con un acercamiento mucho más parecido a Kirby que a Mario, Yoshi's Crafted World triunfa como un juego perfecto para sentarse un rato frente al televisor o en el camino y disfrutar de una aventura hecha solo para hacerte sentir bien.

Unas merecidas vacaciones digitales para relajarse ante cualquier tensión que estés sintiendo, ya sea en la vida real o por culpa de otro videojuego algo más complejo.

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